El congresista de la República por Fuerza Popular, Arturo Alegría, salió al frente para desmentir versiones que señalaban una supuesta movilización partidaria durante la reciente visita de Keiko Fujimori a la ciudad de Tarapoto. Según precisó, la lideresa del fujimorismo arribó el pasado martes a la capital de la región San Martín con fines estrictamente académicos, en el marco de la presentación de libros de su padre, el ex presidente Alberto Fujimori.
«Keiko Fujimori no llegó a Tarapoto a hacer campaña. Este fue un evento académico, sin carácter proselitista«, enfatizó Alegría, quien además recalcó que, por ese motivo, no se permitió el ingreso de la prensa ni el uso de banderolas, polos o cualquier símbolo que identificara al partido.
El parlamentario informó que el evento congregó a cientos de personas provenientes de las diez provincias de San Martín, quienes asistieron motivadas por el interés en escuchar a Fujimori Higuchi. No obstante, algunas de ellas enfrentaron inconvenientes para ingresar debido a las estrictas restricciones sobre símbolos partidarios. «Algunos llegaron con polos anaranjados con el nombre de Gabriel Alejandría, pero debo aclarar que no fueron contratados por Fuerza Popular«, detalló. «Desconozco personalmente a esa persona, pero tengo entendido que es un afiliado con entusiasmo, como muchos otros«, añadió.
En otro momento, Alegría subrayó que hasta la fecha no existen precandidatos oficiales en Fuerza Popular para las próximas elecciones. «Aún no he decidido si postularé nuevamente. Hay muchos fujimoristas, y también simpatizantes no afiliados, interesados en participar, pero no hay nombres definidos«, comentó.
El congresista reafirmó que el encuentro liderado por Keiko Fujimori tuvo un enfoque académico y que cualquier acción política futura será anunciada oportunamente. «Cuando llegue el momento de hacer campaña política, se hará con transparencia y reglas claras«, puntualizó. La visita de Fujimori a Tarapoto, en medio de un clima de especulaciones, abre el debate sobre los límites entre lo académico y lo político en un año preelectoral, donde cada gesto cobra una dimensión estratégica.